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17.06.2025 08:31 AM
Tres golpes al mercado: Trump abandona la cumbre del G7, EE.UU. logra acuerdo solo con Reino Unido, el Banco de Japón mantiene las tasas

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El martes por la mañana la atención del mercado de divisas se centra en tres acontecimientos, cada uno de los cuales puede alterar el equilibrio de fuerzas. El presidente de EE.UU. abandona la cumbre del G7 en medio de la creciente tensión en Oriente Medio. Se firma un acuerdo comercial, pero solo con el Reino Unido. Y el Banco de Japón vuelve a mantener las tasas, prefiriendo esperar. Analizamos qué ocurrió exactamente, por qué es importante y cómo reaccionan los mercados.

Trump se va de Canadá con un solo acuerdo y muchas preguntas sin resolver

La principal noticia de la cumbre del G7, en esencia, fue su final anticipado, al menos para uno de los participantes. El presidente de EE.UU. Donald Trump abandonó la reunión de líderes del "Grupo de los Siete" en Canadá un día antes, alegando el brusco agravamiento del conflicto entre Israel e Irán.

Según informó la Casa Blanca, el jefe de Estado regresó a Washington para consultas en el centro de situación. En las redes sociales Trump declaró literalmente lo siguiente: "Todos deben abandonar inmediatamente Teherán. Irán no puede tener armas nucleares. ¡Lo he repetido una y otra vez!"

La salida de Trump de la cumbre fue abrupta y demostrativa, pero aún así logró hacer algo. Durante el breve tiempo que pasó en Canadá, el presidente de EE.UU. logró concluir un acuerdo clave: un pacto comercial con el Reino Unido.

Tras las negociaciones con el primer ministro Keir Starmer, ambas partes firmaron un documento que prevé la reducción de los aranceles estadounidenses a las exportaciones de automóviles y productos aeroespaciales civiles procedentes del Reino Unido, así como la ampliación de las cuotas para los productos agrícolas estadounidenses.

Así, el arancel sobre los automóviles británicos se reducirá del 27,5% al 10% a partir de junio, con una cuota de 100 mil vehículos al año. Las concesiones también afectaron a la exportación de aviación civil, productos agrícolas y parcialmente al aluminio.

En cuanto a otros países, especialmente Japón, las negociaciones se estancaron y no condujeron a un acuerdo. Se esperaba que la reunión entre Trump y el primer ministro Shigeru Ishiba diera lugar a un acuerdo marco: ambas partes celebraron previamente una serie de reuniones a nivel ministerial, y el propio Ishiba insinuaba antes de la cumbre la posibilidad de un "avance de última hora". Sin embargo, todo resultó de manera diferente.

Como reconoció el propio primer ministro japonés, "los temas siguen sin resolverse" y la negociación de los detalles se pospone. Fuentes cercanas a las negociaciones señalan: el principal desacuerdo radica en los aranceles sobre automóviles y productos metálicos. Japón insistía en la reducción de los aranceles del 25%, pero EE.UU. no accedió a hacer concesiones.

La tensión adicional la generó la temprana partida de Trump: según la prensa, la reunión bilateral prevista con Ishiba para el segundo día de la cumbre no llegó a celebrarse..

Para el gobierno japonés esto supone un golpe a su imagen. Ishiba buscaba reforzar su posición tras la derrota en las elecciones del año pasado y demostrar su capacidad para defender los intereses de la economía orientada a la exportación. Pero sin acuerdo con EE.UU., especialmente frente al éxito británico, el efecto resultó ser el contrario.

Además, en los pasillos del G7 se hablaba de una posible moción de censura en el parlamento si las negociaciones acababan definitivamente en un callejón sin salida. Los riesgos también aumentan a nivel macroeconómico: según la estimación de Daiwa Institute, el aumento de los aranceles hasta el 24% podría reducir el PIB de Japón en un 2,2% para 2029.

Todos estos factores se suman a la ya vulnerable posición de la moneda japonesa. El yen lleva varias semanas bajo presión, y la mañana del martes solo empeoró la situación: tras la decisión del Banco de Japón de mantener las tasas de interés sin cambios, el tipo de cambio de la moneda cayó hasta 145,12 por dólar, mínimos de los últimos días.

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Los inversores interpretan tanto la suavidad del BOJ como el fracaso de las negociaciones como señales de un mayor debilitamiento del yen, especialmente en un contexto de aumento de riesgos externos.

Más precavido imposible: el Banco de Japón vuelve a aplazar la normalización

A estas alturas, ya es evidente para todos: el Banco de Japón ha preferido no arriesgar. Sin embargo, tras la seca decisión de mantener la tasa y ralentizar el ritmo de reducción del balance, se esconde mucho más que una simple precaución.

La nueva táctica de Tokio no solo implica una pausa en la normalización de la política, sino también una señal cuidadosamente construida para los mercados: el Banco Central no está dispuesto a añadir volatilidad en unas condiciones globales donde la geopolítica y los aranceles convierten cualquier movimiento en algo peligroso..

El cambio clave está en los detalles del plan de reducción de las compras de bonos (QT). Si anteriormente el regulador seguía un calendario de reducción trimestral de 400 mil millones de yenes, ahora este ritmo se reducirá a la mitad a partir del año fiscal 2026.

Así, para marzo de 2027, el volumen de compras mensuales se reducirá solo hasta los 2 billones de yenes, un ritmo más lento que los objetivos anteriores. Además, el banco anunció de antemano una revisión intermedia del programa, otra señal de su deseo de mantener la máxima flexibilidad.

Dentro del consejo de administración no faltaron los desacuerdos: el miembro del consejo Naoki Tamura no estuvo de acuerdo oficialmente con el nuevo calendario de QT, considerándolo excesivamente lento.. Insistía en mantener el ritmo de reducción anterior. Pero su posición quedó en minoría, y el mercado lo notó: los comentarios de los inversores indican el dominio del "bando de la estabilidad" en la dirección del BOJ.

Precisamente esta estabilidad – o más bien la negativa a cualquier paso brusco – se convirtió en el principal leitmotiv de la reacción de los mercados. Como señaló el economista senior de Oxford Economics Norihiro Yamaguchi, el ritmo de reducción adoptado "pretende tranquilizar a los nerviosos mercados de bonos tras el fuerte aumento de los rendimientos". La ralentización del QT se reconoce de hecho como un modo de proteger las condiciones financieras japonesas de la inestabilidad importada.

Así lo confirma también la opinión de Toru Sasaki, estratega jefe de Fukuoka Financial Group: "Es difícil subir las tasas cuando el Banco de Japón no sabe qué ocurrirá con los aranceles de EE.UU. y Oriente Medio".

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Su punto de vista es compartido por otros analistas: el Banco de Japón utiliza la incertidumbre externa como un pretexto legítimo para la inacción, sin querer intensificar la turbulencia en un momento en que la economía no muestra un crecimiento sólido.

Sin embargo, la pausa no significa renuncia. Los representantes del banco siguen hablando de su disposición a una nueva subida de tasas si la inflación confirma su sostenibilidad. Y, de hecho, en abril la inflación subyacente al consumo en Japón superó el 3,5%, el máximo de los últimos dos años, y los precios de los alimentos aumentan a un ritmo del 7% anual. A esto se suma la escasez de mano de obra y el crecimiento de los salarios, y ya se vislumbran argumentos a favor de la normalización.

Pero precisamente el horizonte es la palabra clave. El Banco de Japón construye su política de manera que no vincula a los mercados a plazos concretos, sino que solo señala la trayectoria general. Así lo subraya también el comentario de Hun Go de ANZ en Singapur: "El Banco de Japón no tiene prisa, pero entiende que la presión inflacionaria persiste. Y su paciencia no es infinita".

Merece especial atención la estructura de la reducción de compras: los volúmenes de compra de bonos a plazo de hasta 10 años serán reducidos, mientras que los bonos a muy largo plazo no se tocarán. Esta decisión indica una estrategia: asegurar liquidez en el extremo largo de la curva, evitando la desestabilización de la financiación y la excesiva turbulencia. Los operadores, según los analistas de Mizuho Securities, interpretaron esto como una señal: el Banco de Japón quiere que el mercado determine la rentabilidad por sí solo, pero sin una presión excesiva desde el extremo largo.

Aun así, el mercado permanece cauteloso. Miki Den de SMBC Nikko advierte: "El mercado de bonos se ha vuelto más frágil y el QT menos predecible. Cualquier cambio en la retórica será interpretado con dureza".

Esto subraya la complejidad de la posición actual del BOJ: continuar con la política de endurecimiento, pero hacerlo a un ritmo que no rompa el mercado, especialmente en condiciones de choques externos.

En definitiva, el nuevo rumbo del Banco de Japón no es un giro, sino una adaptación. No renuncia a la normalización, pero cambia el ritmo, el compás y las señales. Y precisamente en esta configuración —con flexibilidad, pausas, salvedades— el regulador japonés entra en la fase más difícil de su transformación monetaria, mientras el yen sigue bajo una presión constante.

Señal decisiva: la reunión de la Fed como momento de la verdad para el dólar

En un contexto de tensiones geopolíticas y pasividad monetaria del Banco de Japón, es la Reserva Federal la que puede convertirse en el factor clave capaz de mover al mercado de divisas desde su posición de espera.

La reunión de la Fed, programada para el miércoles, no es vista por los inversores como un simple punto más en el calendario, sino como un posible punto de inflexión para el dólar.

Las expectativas son en general moderadas: el consenso prevé el mantenimiento de la tasa sin cambios. Sin embargo, la intriga está en los detalles. La principal atención se centrará en la actualización del "dot plot" —el diagrama de expectativas de tasas de los miembros del FOMC—, así como en las nuevas previsiones macroeconómicas. El mercado buscará cualquier señal que indique un cambio hacia una retórica más suave.

Por ahora el dólar se mantiene sin movimientos bruscos, pero este equilibrio es inestable. Si la Fed da a entender que dos recortes de tasas hasta fin de año siguen en pie o al menos son posibles, esto aumentará la presión sobre la divisa estadounidense. Especialmente en un contexto de creciente interés por los activos de riesgo y de caída de las rentabilidades de los treasuries. En tal caso, el dólar podría empezar a corregirse, cediendo terreno frente a las monedas de países con políticas más agresivas.

Sin embargo, la alternativa también es real. Como señaló el analista Ronald Temple, "los mercados esperan dos recortes de tasas este año, pero yo espero cero". Si el pronóstico puntual resulta ser más prudente, y las estimaciones sobre inflación y PIB son firmes, la Fed podría así enviar al mercado la señal de que la pausa se alarga. En este escenario el dólar no solo mantendría sus posiciones, sino que recibiría un apoyo a corto plazo, especialmente frente al yen y el euro.

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De una forma u otra, la reunión de la Fed se percibe como el detonante decisivo. Tras un inicio de semana tenso, en el que los principales impulsores fueron el conflicto en Oriente Medio, la salida de Trump de la cumbre, los fracasos diplomáticos y la suavidad de Japón, los mercados finalmente tendrán la oportunidad de centrarse en las cifras y en la trayectoria de la mayor economía del mundo. Y no tanto en la decisión actual, sino en las intenciones.

Para el dólar ahora no es crítica la tasa, sino la confianza. Una señal demasiado suave podría socavar la posición de la divisa en un contexto de estabilidad macroeconómica. Una señal demasiado firme acentuará la brecha entre expectativas y acciones, provocando un aumento de la volatilidad. Los inversores están al borde, y cualquier matiz en la retórica de Jerome Powell puede ser decisivo.

Así, la reunión de la Fed no es simplemente un evento, sino un momento de elección. Si moverá al dólar desde el actual nivel hacia arriba o hacia abajo dependerá no de la tasa, sino de cuánta confianza esté dispuesto a transmitir la Reserva Federal a los mercados. Tras la cautela de Japón, el mercado finalmente necesita una voz —y la espera desde Washington.

Cómo operar en las condiciones actuales: estrategias para cautelosos y decididos

En medio de la turbulencia diplomática y la moderación monetaria, el mercado de divisas se encuentra en modo de espera. Pero esto no es motivo para quedarse al margen. Al contrario: los períodos de incertidumbre brindan la oportunidad de construir una estrategia basada no en suposiciones, sino en reacciones. Ahora es precisamente el caso en el que el mercado no negocia los hechos, sino las interpretaciones. Por eso, lo clave no es el pronóstico, sino el enfoque por escenarios.

USD/JPY: de momento tendencia alcista, pero atentos a las señales de Ueda y a la decisión de la Fed

El par permanece en un canal ascendente, el yen bajo presión tanto por el fracaso diplomático como por la inercia monetaria del BOJ. Mientras el Banco de Japón haga saber al mercado que no se esperan subidas de tasas en los próximos meses, la compra de dólares contra yen sigue estando justificada. El objetivo más cercano es la zona de 146,00. El principal riesgo es una señal inesperadamente agresiva de Ueda.

EUR/USD: neutral hasta el miércoles, luego según la señal de la Fed

El par está atrapado entre 1,1530 y 1,1600. Se puede operar dentro del rango, pero los movimientos importantes solo serán posibles después de la publicación de los pronósticos de la Fed. En caso de retórica suave de Powell y señales de un posible recorte de tasas, es posible un rápido ascenso hacia 1,1650 y más. Si la retórica se endurece, se producirá un retorno hacia 1,1470. En el momento de la publicación de las actas o de la conferencia de prensa, se recomienda operar con objetivos cortos y volatilidad controlada.

GBP/USD: aprovechar el impulso del acuerdo, pero sin sobrestimar

El par permanece en el rango 1,3535–1,3640, sin lograr definir una dirección durante varios días. El acuerdo comercial firmado con EE.UU. dio un apoyo de corto plazo a la libra, pero estructuralmente la economía del Reino Unido sigue siendo vulnerable y la dinámica de la libra está limitada. En caso de ruptura de 1,3640, es posible un salto hasta 1,3690, pero se necesitará un catalizador externo —por ejemplo, una señal suave de la Fed. Si el dólar se fortalece, no se descarta un retroceso hacia 1,3480. La táctica actual: compras desde el soporte con stop corto, o actuar según la salida del rango.

Recomendaciones generales:

– Las apuestas a favor del dólar solo están justificadas si hay una señal firme de la Fed. Sin ella, hay una alta probabilidad de consolidación o de un debilitamiento moderado del dólar.

– Precaución con los cruces del yen: la suavidad del BOJ sigue siendo un factor de presión, pero el debilitamiento puede ser irregular. Las mejores operaciones son en los retrocesos bajistas con stop corto.

– Operar los hechos, no las expectativas: esta semana ofrece un mercado en el que no ganarán quienes adivinen, sino quienes interpreten correctamente la reacción.

lena Ivannitskaya,
Experto analítico de InstaForex
© 2007-2025
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